EL origen del carnaval tradicional algunos lo remontan a la era romana o a los egipcios.
Los que más saben de esto los vinculan a las Saturnales romanas de hace más de 5000 años, es decir, mucho antes de la era cristiana y celebrarse justo antes de la cuaresma.
Las saturnales se celebraban en honor del dios Saturno, dios de la agricultura y se solían celebrar en diciembre, relacionadas con el solsticio de invierno. Probablemente eran fiestas para celebrar el fin de los trabajos en el campo.
Eran días de fuego, antorchas, diversiones bulliciosas, banquetes donde todo el mundo, incluso los esclavos, celebraban la fiesta.
En el mundo rural se mantuvo esta celebración festiva donde los vecinos se disfrazaban con las ropas que disponían, las pieles de los animales con los que convivían o simplemente enmascarándose para poder ocultar sus rostros y convertirlo en un día de desfase, juerga e irreverencias. Unos días donde todo valía, donde existía esa inversión de roles de la que tanto hemos hablado. Unas fechas en las que ridiculizar a la iglesia, al gobierno o al rey estaba permitido por el anonimato que proporcionaban los disfraces. Fiesta, por eso, que los poderes establecidos quisieron censurar y consiguieron eliminar.
Este año, este sábado 4 de marzo, la recuperamos en Urriés después de 88 años sin celebrarse. Solo algunos niños salían con esquilas a la calle sin apenas saber cuál era el origen y el motivo por el que desapareció.
Llevamos años hablando con María Longas y con la Asociación Boira la posibilidad de recuperar, instaurar y popularizar el Carnaval tradicional de las Cinco Villas y este 2023, por fin, gracias al proyecto turístico-cultural de las Crónicas de Rasmia, se convertirá en realidad.
Pero todo esto que estoy escribiendo es solo la intro, porque en realidad lo que quería contaros es que ya, sin haberse celebrado, ha valido la pena.
Hemos conseguido a base de hablar y hablar con nuestros mayores, recuperar una memoria que muchos tenían adormecida, casi olvidada. Tal vez porque durante muchos años les obligaron a olvidar, o tal vez simplemente, o más probablemente, porque nunca les habíamos preguntado lo suficiente. Y cada vez que lo hacemos descubrimos algo nuevo.
Por desgracia esta memoria no es eterna y no perdurará porque sí. Por desgracia, o por suerte, solo depende de nosotros, los que somos algo más jóvenes, que se mantenga.
Este sábado 4 de marzo no será mas que esto, un homenaje a su memoria, a sus recuerdos, a ellos. Ojalá sea lo más parecido a lo que nos han narrado, sumando la frescura o la personalidad de este siglo, tan alejado tantas veces de la tierra y nuestras raíces. Ojalá cuando salgan a la calle les de un vuelco el alma recordando aquellos días en los que ellos, sus padres o sus abuelos salían con las caras llenas de hollín, las manos manchadas para manchar o se vestían de curas sin que el párroco pudiera poner el grito en el cielo. Ojalá esto sea el principio de una tradición restaurada para disfrutar y para seguir creciendo.
Pero casi todo esto también era una excusa, un mero pretexto para llegar aquí; a dar las gracias a Loli, a Asunción, a Javier, a Florencio y tantos otros que nos han regalado esa parte de sus vivencias con el cariño que supone siempre esa inmersión en los recuerdos de la infancia. Gracias!!!!